Mi gato está apagado: causas y qué hacer

Ante un gato apagado o decaído, lo primero que podemos pensar es que está en las primeras fases de alguna enfermedad, en las que todavía no se han manifestado signos clínicos más específicos. Su organismo ha detectado que algo no va bien y comienza a actuar para restablecer la normalidad. Por ejemplo, si le ponemos el termómetro, es probable que descubramos que tiene fiebre (temperatura corporal superior a 39,2 ºC), aunque no siempre será así.

A consecuencia de la reacción de su sistema inmune, el gato experimentará malestar general, con mayor o menor intensidad. Por este motivo, estará apagado, pasará más tiempo descansando, le costará comer, etc. También pueden comenzar a aparecer signos clínicos que nos ayuden a saber de qué enfermedad se trata, por ejemplo, vómitos, dolor, hipersalivación, etc.

Qué hacer

La lista de enfermedades que pueden afectar a los gatos es enorme. Según la sintomatología que vaya surgiendo y las características del gato, el veterinario orientará el diagnóstico. Por ejemplo, si nuestro ejemplar es todavía gatito y no está vacunado, su apatía podría relacionarse con enfermedades tan graves como la panleucopenia, que requiere atención veterinaria inmediata. En una gata entera, es decir, sin castrar, la apatía puede vincularse a una infección uterina (piometra), que también puede llegar a resultar fatal.

Por lo tanto, en estos casos es importante observar al gato para intentar descubrir otros signos clínicos, pero, si es un gatito, no está vacunado ni desparasitado o no disponemos de esta información, está entero, ya padece alguna enfermedad, está debilitado por alguna causa o es de edad avanzada, nuestra primera reacción debe ser contactar con el veterinario. Este profesional lo examinará, revisará su historial clínico y hará las pruebas necesarias para obtener un diagnóstico y poder iniciar el tratamiento adecuado a cada caso.

En ocasiones, un gato está apagado porque siente algún dolor. Puede deberse a que se haya dado algún golpe, lo que será más probable en ejemplares activos o con acceso al exterior. Pero también existen dolencias, como la artrosis, que provocan cambios degenerativos en las articulaciones, al punto de desencadenar dolor con el movimiento. Son problemas más habituales en los gatos mayores.

Muchas veces externamente no veremos heridas ni inflamaciones, pero sí es posible que al palpar la zona el gato manifieste dolor. Si nos fijamos, igual percibimos alguna ligera cojera o nos damos cuenta de que el animal lleva un tiempo sin saltar o subirse a sus lugares favoritos.

Qué hacer

Las lesiones leves pueden solucionarse por sí solas en cuestión de días, pero si el gato está apagado, conviene que acudamos al veterinario, no solo para llegar a un diagnóstico, sino para que este profesional pueda prescribir algún tratamiento contra el dolor. Nunca debemos darle ningún fármaco a nuestro gato sin receta veterinaria. Muchos de los medicamentos de uso común para nosotros son potencialmente mortales para los gatos. Un ejemplo es el ibuprofeno: "Ibuprofeno para gatos, ¿es bueno?".

Decíamos al principio que los gatos eran animales de costumbres. Esto quiere decir que cualquier cambio en su entorno, aunque a nosotros nos pueda parecer insignificante, a ellos es capaz de generarles gran estrés. Nos referimos a ruidos fuertes, muebles nuevos, distintos olores, visitas, nuevos miembros en la familia, etc. Pero también pueden estresarse si no les ofrecemos toda la estimulación que necesitan. Es decir, si el hogar no cubre sus necesidades naturales de explorar, saltar, trepar, esconderse, rascar, etc. Además, igualmente podrán estresarse si pasan demasiadas horas solos, no interaccionamos con ellos, no les dedicamos tiempo de juego, etc.

Todos estos motivos pueden llevar a que descubramos un gato apático de repente, que manifestará diferentes signos, como conductas inadecuadas (eliminaciones fuera del arenero, vocalizaciones excesivas, etc.) o cambios en su comportamiento, entre los que estaría la ya mencionada apatía.

Qué hacer

En estos casos, conviene revisar el estilo de vida del gato para detectar aquellos elementos que podamos mejorar, como enriquecer su ambiente. Un experto en conducta felina o etólogo puede darnos las pautas adecuadas. De todas maneras, es conveniente que el veterinario examine al gato para descartar que padezca algún problema físico.

Los gatos son animales sensibles que pueden deprimirse en determinadas circunstancias, como la muerte o la separación de un ser querido. Si su cuidador de referencia ha fallecido, se ha marchado, su compañero felino ha enfermado o fallecido, pasan por una mudanza o por la ausencia de cualquier ser de importancia para ellos, podemos percibir que su comportamiento cambia. El gato se apaga, puede dejar de comer, mostrarse triste, inactivo, etc.

Qué hacer

Descartando, como siempre, la presencia de alguna enfermedad, para lo que debemos acudir al veterinario, tendremos que acompañar al animal durante su duelo, intentando ayudarle a que recupere la alegría de vivir, prestándole más atención, ofreciéndole sus recompensas favoritas, etc. En los casos más graves, el veterinario puede intervenir y tratar.

En este post hablamos sobre este tema con más detalles: "Depresión en gatos: síntomas y causas".

Sobre todo los gatitos más jóvenes pueden presentar sintomatología si sufren infestaciones graves de parásitos. Los externos, como las pulgas, las garrapatas o los piojos, son visibles, pero los internos pueden provocar daños sin que sepamos de su presencia. La apatía puede alertarnos, especialmente si desconocemos el estado de desparasitación del animal.

Qué hacer

En ocasiones, el gato puede expulsar parásitos o sus huevos visibles (proglotis, que se aprecian como granos de arroz) en las heces. El tratamiento pasa por administrar el antiparasitario más adecuado, para lo que podemos llevar al gato al veterinario o una muestra del parásito. Aunque el gato no tenga acceso al exterior, conviene implantar un calendario de desparasitaciones regulares, siguiendo el consejo del profesional.

Las vacunas son fármacos seguros que ayudan a proteger al gato frente a diferentes enfermedades potencialmente mortales, como la temida panleucopenia. Funcionan activando el sistema inmune y, por este motivo, pueden desencadenar algunos efectos secundarios que suelen ser leves y remitir, espontáneamente, en cuestión de 24 horas.

Por eso, si acabamos de vacunar a nuestro gato, es posible que al día siguiente notemos que está apagado e incluso presente un poco de fiebre. Es uno de los efectos considerados normales y, como hemos dicho, lo habitual es que al día siguiente el gato esté como nuevo, pero podemos hablar con el veterinario para que nos recete algún fármaco para ayudarlo a sentirse mejor.

No es extraño que los gatos, según van cumpliendo años, reduzcan su actividad. Ya no tienen la misma energía que los gatitos, descansarán durante más tiempo, jugarán algo menos y podrán manifestar signos clínicos producto de distintas enfermedades. En otras palabras, no es extraño que nuestro gato esté decaído y duerma mucho.

La disminución de la actividad puede ser normal, pero, como hemos visto, la apatía puede estar detrás de distintos trastornos. Por eso, antes de achacar la situación a los años, debemos acudir al veterinario para descartar que nuestro gato padezca alguna dolencia.

Qué hacer

Además de acudir al veterinario, ante la vejez debemos introducir adaptaciones, por ejemplo, podemos distribuir distintos apoyos por la casa para que el gato siga accediendo con facilidad a sus lugares favoritos elevados. También podemos ofrecerle una comida específica y aumentar el número de bebederos y areneros de forma que siempre tenga alguno cerca. Las revisiones veterinarias periódicas son otra clave para el cuidado de estos ejemplares.

Por último, las altas temperaturas pueden hacer que nuestro gato esté apagado, busque lugares en los que refugiarse o disminuya el consumo de alimentos. En estos casos, la recomendación es proporcionarle un lugar fresco en el que poder descansar y líquidos abundantes. También podemos refrescarlo ofreciéndole cubitos de hielo o caldo, pasándole un paño humedecido por las zonas con menos pelo o dejando a su disposición algún recipiente con agua, si disfruta de ella.

En este otro artículo compartimos más trucos: "Cómo refrescar a un gato".

Qué hacer

Con el descenso de los termómetros, el gato debería volver a la normalidad. Si, al contrario, su temperatura corporal se dispara y no conseguimos que recupere el confort, deberemos contactar de inmediato con el veterinario, pues el animal podría estar sufriendo un golpe de calor.

Este artículo es meramente informativo, en SoyUnGato.com no tenemos facultad para recetar tratamientos veterinarios ni realizar ningún tipo de diagnóstico. Te invitamos a que lleves a tu gato a un centro veterinario en el caso de que presente cualquier tipo de condición o malestar.

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