Nariz seca en gatos: causas y qué hacer

Nariz seca en gatos: causas y qué hacer

Es probable que hayas escuchado que si tu gato tiene la nariz seca quiere decir que tiene fiebre. Pero, aunque es una creencia muy extendida, no es cierta. Un gato puede tener la nariz seca sin que se deba a ningún problema de salud y una nariz así no es sinónimo de temperatura corporal elevada.

Lo que sí es verdad es que la nariz de un gato nos puede dar información relevante sobre su salud, como veremos en este artículo de SoyUnGato. ¿Qué significa la nariz seca en gatos? A continuación explicaremos las causas más posibles y qué es lo que tenemos que hacer.

Condiciones ambientales

Si tocamos la nariz de nuestro gato, de manera habitual la notaremos fría y húmeda. Pero no siempre será así y esto no tiene por qué significar que le haya subido la fiebre o padezca alguna enfermedad. Por ejemplo, podemos notar la nariz del gato caliente y seca por la sencilla razón de que el gato se encuentre en un ambiente cálido, como el que podemos tener en casa en un día de verano.

Así, la nariz del gato podrá sentirse más húmeda o más seca según la variación de la temperatura y la humedad ambientales. En otras palabras, es normal que el estado de la nariz se vea influenciado por el ambiente y vaya sufriendo modificaciones a lo largo del día, que tan solo nos indicarán fluctuaciones del ambiente, sin relación con la salud del animal.

Qué hacer

Por lo tanto, estas situaciones son fisiológicas y no es necesario que hagamos nada por modificar el estado de la nariz. Lo único es mantener al gato en un ambiente agradable para él, ofreciéndole un refugio seguro para protegerse en los días de más frío y evitando que pase excesivo calor cuando las temperaturas se elevan. Descubre en este post Cómo saber si tu gato tiene frío.

Fiebre

A estas alturas, ya hemos dejado claro que descubrir que "mi gato tiene la nariz seca" no siempre es sinónimo de fiebre. La única forma de saber si un gato tiene o no fiebre es ponerle el termómetro. Para ello, debemos introducirlo con cuidado en el ano y esperar unos segundos. No todos los gatos lo aceptan, por lo que es posible que tengamos que contar con ayuda para inmovilizarlo o, directamente, acudir al veterinario para que sea él quien se encargue de la medición. La temperatura que se considera normal en un gato adulto oscila entre los 37,8 y los 39,2 ºC. Temperaturas superiores son motivo de consulta con el veterinario.

Qué hacer

Existen numerosas causas de fiebre en gatos y será el veterinario quien tenga que llegar a un diagnóstico, para lo que examinará a nuestro animal, hará la anamnesis correspondiente y solicitará las pruebas necesarias, de ser el caso. Con toda esa información podrá decirnos qué es lo que tiene nuestro gato y cuál es el tratamiento más adecuado. En definitiva, es posible que un gato con fiebre tenga la nariz seca y caliente, además de presentar otros signos clínicos, pero no tiene por qué suceder lo mismo al revés, como hemos explicado.

Deshidratación

Al igual que sucede con la fiebre, es cierto que los gatos que se deshidratan pueden presentar la nariz más seca que de costumbre, pero no tiene por qué ser al revés. Así, para valorar si nuestro gato está o no deshidratado, debemos prestar atención a otros signos inequívocos, como la elasticidad de la piel.

Una prueba fácil que podemos hacer en casa si sospechamos que nuestro gato está deshidratado (por ejemplo porque no está comiendo ni bebiendo, ha vomitado mucho o tiene diarrea profusa) es tomar con el índice y el pulgar un pliegue de su piel y, con cuidado, levantarlo como si quisiésemos despegarlo del cuerpo. En cuanto soltemos, la piel debe volver instantáneamente a su lugar. Si tarda, implica que el gato está deshidratado. Cuanto más tiempo tarde, mayor será la deshidratación.

Qué hacer

La deshidratación supone que el gato no es capaz de reponer los líquidos que pierde. Puede ser leve y solucionarse con la administración de agua o suero por vía oral o como mucho inyectable, o grave, caso en el que peligra la vida del animal y es urgente la asistencia veterinaria para iniciar fluidoterapia, es decir, el suministro de fluidos por vía intravenosa.

Existen numerosas causas que pueden provocar una deshidratación. De nuevo, será el veterinario quien tenga que llegar a un diagnóstico siguiendo el protocolo que hemos mencionado. Además de recuperar la hidratación, prescribirá el tratamiento adecuado.

Anemia

Pero, ¿y si mi gato tiene la nariz seca y blanca? Que la piel y las mucosas del gato estén blanquecinas y no en su tono rosado habitual puede indicar la existencia de anemia. Esta puede producirse por distintas causas, como una pérdida de sangre súbita o continuada, caso de una hemorragia, o un déficit de glóbulos rojos porque el organismo no puede producirlos en cantidad suficiente o porque estos se destruyen a mucha velocidad, como sucede en las anemias hemolíticas.

Habitualmente, además de la palidez, el gato presentará otros signos clínicos, distintos en función de la causa.

Qué hacer

La anemia es motivo de consulta veterinaria. Puede ser leve o grave, pero siempre deberá ser tratada por el profesional para descubrir su causa y ponerle tratamiento. Una anemia sin tratar puede provocar el fallecimiento del gato. La anemia se descubre mediante la realización de un análisis de sangre.

Como ves, que tu gato tenga la nariz seca no tiene por qué indicar un problema de salud, sin embargo, cuando viene acompañada de otros síntomas, lo mejor es acudir al centro veterinario con rapidez.

Este artículo es meramente informativo, en SoyUnGato.com no tenemos facultad para recetar tratamientos veterinarios ni realizar ningún tipo de diagnóstico. Te invitamos a que lleves a tu gato a un centro veterinario en el caso de que presente cualquier tipo de condición o malestar.

Si deseas leer más artículos parecidos a Nariz seca en gatos: causas y qué hacer, te recomendamos que entres en nuestra sección de Problemas y trastornos.

Bibliografía
  • Pérez-Écija, R. A.; Estepa, J. C.; Mendoza, F. J. (2018). «Interpretación de los parámetros sanguíneos», Ateuves nº 34, pp. 22-28.