¿Los gatos saben nadar?

Pese a que el agua es una de las cosas que la mayoría de gatos más odian, no debería extrañarte ver gatos nadando. Esta aversión no está reñida con su capacidad para desplazarse en el agua. Si se ven obligados a mantenerse a flote en el agua, porque, por ejemplo, han caído accidentalmente en una piscina, saben desenvolverse en este medio. Otra cosa es que la mayoría de ellos no disfruten con la experiencia, como comentamos en este post sobre Por qué los gatos odian el agua.

Es acertado afirmar que los gatos saben nadar, lo que no es tan acertado es que, por saber esto, fuerces a tu minino a nadar si su lenguaje corporal y sus maullidos te indican que se está estresando ante la presencia de tanta agua. El caso más llamativo es el del gato pescador, una especie de felino salvaje asiático, muy similar al gato doméstico, que vive entre manglares y arrojos, y que por habituación al medio ha desarrollado unas excelentes dotes de pesca.

Aunque el origen exacto se desconoce, la teoría más extendida apunta que los gatos con los que convivimos en la actualidad proceden de gatos salvajes africanos. Por tanto, en su ADN no tiene valor saber desenvolverse en un medio acuático. No lo necesitan. Su impronta no ha quedado grabada. Al contrario, al mojarse experimentan una desagradable sensación de disconfort térmico y se ven obligados a lamerse una y otra vez para alisar su pelo.

En el caso de los mininos más deshabituados al agua o de carácter más miedoso, el peso del pelo mojado podría hacer que entraran en pánico y sin la asistencia de un humano cerca podrían perecer por agotamiento. La razón por la que todos los gatos saben nadar es su instinto de supervivencia. En caso de necesidad, están capacitados, biológicamente para mantenerse a flote e incluso para desplazarse en el agua.

Se cree que la primera toma de contacto que los mininos tuvieron con el agua fue gracias a los marineros escandinavos, que los empleaban para mantener sus embarcaciones libres de roedores. Así, no es de extrañar que el Bosque de Noruega sea una de las razas más familiarizadas con el agua y facultada para pescar con éxito sin acusar las bajas temperaturas ni la humedad.

Ahora que ya sabes que los gatos pueden nadar, queremos responder a la pregunta de cuánto puede nadar un gato. Los mininos están psicológicamente programados para realizar actividades de gran esfuerzo y poca duración. De esto se desprende que pueden nadar varios metros, pero no grandes distancias. Solo los gatos más habituados al contacto con el agua, que disfruten estando inmersos, pueden aguantar más tiempo nadando.

No es posible generalizar cuando nos referimos a las filias y fobias de los gatos, ya que existen muchos matices y algunas excepciones. La deshabituación que viene aparejada a su domesticación nos permite afirmar que, en líneas generales, el agua no les agrada. Sin embargo, existen razas que han evolucionado en entornos con presencia de agua y, precisamente, esa habituación favorece que disfruten del agua y del nado.

Entonces, ¿ qué razas de gatos les gusta el agua y nadar? Aparte del ya mencionado bosque de Noruega, el gato siberiano, el maine coon, el manx, el bobtail japonés o el pixie bob son buenos nadadores y les encanta el agua. Los casos más llamativos de un gato que nada con soltura corresponden al peterbald y al van turco, que poseen patas semipalmeadas (como las de los patos), algo insólito entre los gatos criados en el viejo continente.

¿Puedo meter a mi gato en la piscina?

Como ves, los gatos pueden y saben nadar, aunque prefieran mantenerse al margen del contacto con el agua. Si, de cara al verano, estás planteándote llevar a tu gato a un río o a la piscina, recuerda que, como cualquier otro aprendizaje, debes proceder de forma progresiva, desde edades tempranas y valiéndote del refuerzo positivo. Además, deberías atender a estos consejos a fin de preservar su bienestar:

• El agua de la piscina debe estar químicamente equilibrada. Tu gato podría ser alérgico al cloro.
• La temperatura del agua también debe ser tenida en cuenta.
• Nunca lances al agua a tu gato ni lo fuerces. Podría asustarse, tragar agua y pasar un rato horrible. La confianza que te tiene podría verse deteriorada por este gesto.
• Hasta que no tengas la seguridad de que está decidido a nadar, no lo sueltes de la cintura.
• Un gato en la piscina nunca debe estar solo. Las consecuencias de este despiste podrían ser fatales.
• La piscina debe disponer de una rampa o mecanismo por el que pueda salir, en caso de necesitarlo.
• Una vez fuera del agua, al igual que sucede cuando lo bañas por higiene, debes esforzarte en secar bien sus oídos. Los canales auditivos de los mininos son profundos y, por ello, proclives a acumular humedad.
• También es recomendable secar todo su manto por completo, ya que recuerda que no suele gustarles la sensación de tenerlo mojado.

Cuéntanos, ¿a tu gato le gusta nadar? ¡Te leemos en los comentarios!

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