Cómo saber si es gato o gata

Cómo saber si es gato o gata

En principio, parece fácil saber si un gato es macho o hembra: nada más hay que fijarse en sus genitales. Los testículos, que es lo que con más facilidad se puede observar, nos indicarán que estamos ante un gato macho. No verlos nos revelaría la presencia de una hembra. Además, como explicaremos en este artículo de SoyUnGato, hay otros datos que nos pueden ayudar a distinguir si un gato es macho o hembra.

De todas formas, hay que saber que en gatitos muy pequeños, e incluso en los que ya tienen un par de meses de vida, puede ser complicado asegurar si se trata de un gato o de una gata. Es posible cometer errores de apreciación que nos lleven a confundir ambos sexos. Si tienes dudas a la hora de distinguirlos, sigue leyendo, ya que, a continuación, explicamos cómo saber si es gato o gata.

Cómo saber si mi gato es macho

Para las personas acostumbradas a convivir con gatos, diferenciar un macho de una hembra puede ser una tarea tan sencilla que se resuelve de un vistazo. Los machos, en general, son algo más grandes y corpulentos que las hembras. Su cabeza y su cuerpo acostumbran a ser más anchos.

Pero este dato sirve para tener en cuenta ante gatos adultos. Los recién nacidos, e incluso hasta el par de meses de vida, van a ser de tamaño similar, con independencia de su sexo. Por eso, la forma de saber si estamos ante un macho o una hembra es fijarnos en los genitales. Parece fácil pero no lo es tanto cuando son tan pequeños.

El truco para identificar los testículos, que es lo que nos permitirá marcar la diferencia entre sexos con más seguridad, es levantar con cuidado la cola y observar. Tenemos que ver un agujerito, que será el ano y, debajo, una protuberancia compuesta por dos pequeñas bolitas, que serán los testículos dentro de la bolsa llamada escroto. Más abajo es posible ver otro bultito que será el pene. En los gatos adultos castrados no habrá testículos, pero sí escroto.

Cómo saber si mi gato es hembra

De formas más finas y talla más pequeña, en general, un ojo experto podrá identificar una gata prácticamente de un vistazo. Además, contamos con pistas adicionales, como la coloración del manto. Así, el patrón carey, también conocido como tortuga, está asociado, por genética, con las hembras. Un macho carey sería una rareza. Al revés, también por una cuestión genética, los gatos de color naranja casi siempre son machos.

Pero, al igual que pasaba con los machos, estas diferencias no nos van a servir en gatitos recién nacidos. Por eso para identificar el sexo masculino o femenino tendremos que realizar la misma operación que hemos descrito en el apartado anterior. En este caso, al levantar la cola nos encontraremos también con el orificio correspondiente al ano y, debajo, dejando un espacio, habrá una ranura vertical que se corresponde con la vulva.

Hay que tener en cuenta que en gatos muy pequeños es posible confundirse, ya que el espacio nos puede parecer mayor o menor, los testículos no identificarse, etc. Por todo ello conviene que revisemos a los gatitos según van cumpliendo semanas de vida para asegurarnos de que hemos acertado con el sexo designado en un primer momento. Y, si tienes dudas, consulta con el veterinario.

¿Los gatos de tres colores siempre son hembras? Descubre la respuesta en el siguiente artículo de SoyUnGato, aquí.

Diferencias entre gato y gata

Existen bastantes mitos alrededor de las diferencias entre gatos y gatas en cuanto a su carácter. Se dice, por ejemplo, que las hembras son más hogareñas y cariñosas. Al contrario, los machos serían más ariscos e independientes. Pero lo cierto es que estas apreciaciones no son más que mitos. El carácter del gato no depende de su sexo, sino de:

  • Su genética.
  • Sus experiencias.
  • Su educación, entre otros factores.

Donde sí hay diferencias es, como hemos visto, en los genitales y en las consecuencias que de ellos se derivan. Así, las gatas, con ovarios y útero, van a pasar por un periodo de celo que se inicia aproximadamente a partir de los seis meses de edad y que se extiende durante meses, repitiéndose cada quince días, más o menos, hasta su vejez.

Durante este periodo de fertilidad, el problema no es solo que la gata pueda quedar preñada y traiga al mundo varias camadas por año de unos 4-5 gatitos, sino que el celo desencadena una serie de comportamientos que dificultan mucho la convivencia, a la vez que suponen un estrés para el animal. Nos referimos a:

  • Maullidos desesperados.
  • Frotamientos.
  • Intentos de fuga.
  • Micciones fuera del arenero, etc.

En el caso de los gatos, pueden tardar unos meses más que las hembras en alcanzar la madurez sexual, pero, una vez se inicia, estarán dispuestos a responder a la llamada de una gata en celo en cualquier momento. No desarrollan un comportamiento como el de ellas, pero sí intentarán salir de casa y pueden meterse en problemas al pelear con otros gatos por el acceso a las hembras.

Estas también pueden lesionarlos durante el cortejo y la cópula. El resultado son heridas, en ocasiones graves, la transmisión de enfermedades infecciosas, como la inmunodeficiencia y la leucemia felina, y atropellos, envenenamientos y demás maltratos perpetrados por los humanos.

Por otra parte, se sabe que las hormonas producidas durante el ciclo sexual se relacionan con la aparición de graves patologías, como la piometra o infección de útero o los tumores de mama, malignos en un elevado porcentaje.

Por todos los inconvenientes que hemos mencionado se recomienda la castración, es decir, la extirpación de los testículos en los machos y de los ovarios y/o el útero en las gatas. Sí difiere entre los sexos en que se trata de una intervención más compleja y costosa en el caso de las hembras.

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Bibliografía
  • Colegio Oficial de Veterinarios de Málaga. 2017. Esterilización: del mito a la realidad.